La calima

Amanece el día,
claridad dispersa,
el sol no se ve,
mas tampoco hay niebla,
el cielo marrón
del color de sepia,
tejados y calles,
incluso en la hierba,
el polvo rojizo
que todo lo impregna.


 


En la pradera
Caminaba la niña
por la pradera,
a las hierbas más altas
el viento peina.
Margaritas muy blancas
hay en la hierba,
otras son amarillas
también muy bellas.
Hay un tallo más alto
que sale de ellas
y al final una bola
como una estrella,
delicada burbuja
plumón de seda,
por el tallo la niña
se va a cogerla,
mas con tallo en la mano
sólo se queda,
porque el viento envidioso
va y se lo lleva.


La lechuza
En la vieja casa
cerrada y vacía
la lechuza pasa
las horas de día,
oculta en penumbra,
posada en la viga
del amplio pajar,
callada y dormida.
Llegada la noche
se va decidida
y caza ratones
que son su comida,
deshace el silencio
su voz incisiva,
oímos siseos
en noche sombría
que en la oscuridad
nos atemorizan.