San Pedro
Simón era un pescador,
y Jesús pasa y lo llama,
en el mar de Galilea
deja todo y lo acompaña.

El Señor por todas partes
anuncia el reino de Dios,
el perdón de los pecados
y llama a la conversión.

Cuando Jesús les pregunta
qué dice la gente de él:
-¿Y vosotros qué pensáis?
Quiero vuestro parecer.

-Tú eres hijo de Dios vivo,
eres Cristo, el Mesías.
Pedro fue quien eso dijo,
por Espíritu sabía.

-Eres Pedro y eres piedra
para levantar mi iglesia,
contra ella no podrá
el poder de las tinieblas.

Siempre al lado de Jesús,
Pedro es pronto en responder,
por él siente un gran amor,
pero es débil en su fe.

Se veía muy dispuesto
a seguirlo hasta el final,
pero pronto tuvo miedo
y lo hubo de negar.

Testigo de sus milagros,
de su trasfiguración,
su pasión y muerte en cruz
y de su resurrección.

Muy amargamente llora
su penosa cobardía,
otra vez no negará,
aunque le cueste la vida.


El Señor deja en sus manos
el guiado de su iglesia
-Apacienta mis corderos,
apacienta mis ovejas.


Predicó el evangelio
primero en Jerusalén,
lo apresó el rey Herodes
para matarlo también.

Los cristianos rezan mucho
para que Dios lo libere,
cuando ven que ya está libre,
ellos mismos se sorprenden.

Los discípulos predican
el evangelio en ciudades,
comunidades cristianas
surgieron en muchas partes.

Nerón acusó a cristianos,
del incendio que hubo en Roma,
a sus hijos en la fe
Pedro no los abandona.

Clavado cabeza abajo
en Roma murió en la cruz,
por negarlo no era digno
de morir como Jesús.