Mi grillo

Voy caminando,
vengo del río,
oigo el alegre
canto de un grillo,
paro al instante,
voy despacito
para buscarlo
sin hacer ruido,
quiero encontrarle,
traerle conmigo.
Veo su cueva,
busco una paja
de hierba fina,
para que salga
hurgo con ella,
yo por su espalda,
ya sale el grillo,
tapo la entrada,

 

echo la mano
sin apretarla
y muy contento
lo llevo a casa.
Lo he colocado
en una caja,
con una rama
fresca de alfalfa
y un taponcito
limpio con agua.
Miro mi grillo,
es muy bonito,
negro charol
con mucho brillo,
antenas largas,
ojos muy lindos,
alas doradas
con dibujitos
y por su cola
tiene dos pinchos.

 

Come de todo
a mordisquitos
nuez, chocolate,
fruta, pepino.
Cuando está solo
y muy tranquilo
frota sus alas
y hace el sonido.
Canta en la tarde
y en la mañana,
y  por la noche
da serenata.
Todos protestan
y me sugieren
que vaya al campo
y lo libere,
dice la abuela
que necesita
buscar pareja,
tener familia.


¡Qué pena siento!
Quiero a mi grillo,
pero he de hacer
lo que me dijo.
Esta mañana
me he decidido,
cojo la caja,
voy hacia el río,
busco su cueva,
cojo mi grillo,
y, en mi mano,
le di un besito
y lo he dejado
muy despacito,
al poco rato
cri cri me ha dicho,
él con su canto
me ha despedido.

 

Charcos y barro
De adobes rojizas
las casas hicieron,
sus calles tenía
de tierra mi pueblo
que cuando llovía
y todo el invierno
por ellas corría
el agua en silencio,
pasaban los carros
quedando en el suelo

en charcos y barro
marcado el trayecto.
Cercano a la escuela
pasaba un reguero
en el que jugaban
los niños pequeños
haciendo represas,
cerrándolo entero,
formaban pantanos,
se harán ingenieros.