El afilador
Tiroriroriiiiiiiií...
tiroriroró.
Alegre silbido
se oye en la calle,
los niños lo buscan
queriendo enterarse
quién es ese hombre
que música hace,
y qué bicicleta
tan rara que trae
soportes y ruedas
de piedra que salen,
camina con ella,
se para un instante
y toca su chiflo,
pregona en la calle:

¡El afilador...!
¡Se afilan cuchillos,
navajas, tijeras...!

Se para a la sombra
de los soportales,
cuchillos, tijeras
y hachas le traen,
transforma su bici,
la rueda en el aire,
coloca la cinta
y da los pedales,
la piedra da vueltas,
comienza este baile.
La hoja de acero
resuena al instante,
sonidos que son
notas musicales
y rayos de chispas
se lanzan al aire.
Los hierros muy viejos
se vuelven brillantes
igual que de nuevos,
con filo cortante.
Por unas monedas
trabajo bien hace,
recoge su bici
y marcha a otra parte.

El botón
El botón es grande,
tal vez de un abrigo,
lo encontré en la calle,
alguien lo ha perdido,
tiene dos agujeros
y hasta es bonito.
Voy a hacer un juego,
cojo un cordoncito,
largo como el brazo,
resistente y fino,
paso los agujeros
anudando el ciclo.
Entre mis pulgares 
lo tomo y estiro,
lo doy varias vueltas,
ya se ha retorcido,
luego tenso un poco,
gira decidido,
aflojo retuerce
en otro sentido.
¡Ya domino el truco,
es muy divertido!
¡Si lo tenso fuerte,
hasta da zumbido!


El baño de los gorriones
Todos los gorriones
bajan a bañarse
en el agua limpia,
fresca del estanque,
por la mañanita,
aunque haga frío,
no tienen pereza,
vienen decididos,
meten su cabeza
removiendo el pico,
luego chapotean
y se van tranquilos.